Lee los pasajes presentados en esta sección y revisa el vocabulario que es nuevo para tí. Responde a cada pregunta y chequea tus respuestas.
La leyenda del té
El emperador chino Shen Mung esperaba aquel día una importante visita, y todos los sirvientes de palacio se hallaban muy atareados, preparando las habitaciones de los huéspedes. En un pequeño aposento que había en el jardín, el emperador parecía muy preocupado y daba órdenes y más órdenes. Quería que sus invitados recibiesen una buena impresión y se marcharan contentos. Muy cerca de la puerta de entrada al pabellón, crecían flores de loto y un arbusto de “tsha” o “té”. Uno de los criados, por indicación del emperador, dejó junto a la puerta un recipiente con agua hirviendo. Un suave vientecillo comenzó a soplar y algunas hojas del arbusto de té fueron a caer dentro del agua, tomando ésta un color tostado. Shen Mung sintió que el aroma refrescante que flotaba le aliviaba el cansancio que padecía. Se sentó en el suelo, y sacó con un cazo un poco para beber unos sorbos. ¡Sorpresa! La infusión tenía un sabor delicioso, y el emperador se encontraba restablecido. Cogió después más hojas y preparó unas tazas para obsequiar a sus visitantes. La velada transcurrió entre risas y comentarios. La sabrosa bebida se entendió por todo el mundo, y hoy la preparan en todos los rincones de la Tierra.
Mª Jesús Ortega
El vocabulario
atareados - busy
aposento - bedchamber
cazo - casserole pot
rincones - corner
¿Qué tenían que hacer los sirvientes?
preparar las habitaciones de los huéspedes
limpiar el salón
limpiar la cocina
¿Qué crecía en el pabellón?
flores solamente
flores de loto y un arbusto
flores de naranjo
¿Qué dejó junto ala puerta un criado?
un recipiente de agua hirviendo
un recipiente de agua fría
un recipiente de agua tibia
¿Qué color tomó el agua?
azul claro
tostado
rojo oscuro
Subrayado
Subrayar no es solamente poner una raya, de algún color, debajo del algunas palabras o frases. Además de esto, y principalmente, es distinguir las ideas principales de las secundarias. Con el subrayado se obliga a seleccionar las ideas básicas de cada epígrafe y de cada lección.
Este ejercicio intelectual ya es de por sí de gran utilidad y exige un considerable esfuerzo porque obliga a la selección crítica de las ideas. Pero además facilita el estudio en ocasiones posteriores, ya que con sólo leer las palabras y frases subrayadas se tiene un conocimiento completo de toda la lección.
Tanto el subrayado como las anotaciones al margen son muy personales y cada uno lo hace según su peculiar forma de ser. Sin embargo, se pueden señalar una serie de reglas generales para hacer un buen subrayado.
Antes de subrayar, leer la lección entera para tener una idea general de la misma.
Sólo se debe subrayar en los libros propios y no es aconsejable estudiar en libros subrayados por otro estudiante porque las palabras y frases no son significativas.
Usar lápiz rojo (o raya doble) para subrayar las ideas principales, los datos esenciales y las definiciones.
Usar lápiz azul (o raya sencilla) para subrayar las ideas secundarias que deben ser recordadas y el resto de los datos (nombres, fechas, obras, etc.) y los ejemplos que demuestran la idea principal.
Marcar con una línea vertical en el margen cuando todo el párrafo debe ser subrayado. De esta forma se evita tener que subrayar todas las líneas.
Se pueden utilizar otros signos gráficos como el redondeado para resaltar una numeración o clasificación en un esquema; el recuadro, para destacar enunciados, nombres o fechas clave; el signo de interrogación, cuando se tengan indicios de que lo expresado puede ser un error; la admiración, cuando se necesite comprobar una afirmación; el punto, cuando se tenga que completar con otras lecturas, etc.
No obstante, cada estudiante debe crearse su propio código de signos gráficos según sus necesidades. En este curso utilizaremos la raya doble de color rojo y la raya sencilla de color azul.
Subrayar de tal manera que sea posible leer continuadamente todas las partes subrayadas, aunque estén en distintas líneas y que lo leído forme un pensamiento coherente.
Se ha de subrayar poco. Por regla general sólo del 25% al 30% de las palabras, aunque esto depende de los textos.
Arturo Ramo García