Jardín de infantes
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Manuel: Hola, soy el papá de Valentín. Me llamo Manuel.
Director: Buenos días. Yo soy Julio, el director del jardín de infantes.
Manuel: Encantado, mucho gusto. Vine a conocer el jardín.
Director: Por favor, Manuel, pase y le muestro el lugar.
Manuel: ¡Cuánta luz! Aquí nunca quedan a oscuras…
Director: Por suerte. Tenemos una ventana muy grande allí, a su izquierda. A través de esa ventana entra la luz del sol durante todo el día.
Manuel: Yo vivo en un apartamento un poco oscuro. Alguna vez me gustaría disfrutar de una ventana así en mi casa. Sería ideal para mis hijos.
Director: ¿Cuántos hijos tiene usted?
Manuel: Tengo tres hijos: Juana, Matías y Valentín. Dan mucho trabajo, uf…
Director: Me imagino. Aquí vienen más de doscientos chicos por día. Conozco cuán difícil es tratar con niños. ¿Y cuál de sus hijos vendrá al jardín de infantes?
Manuel: El más pequeño, Valentín.
Director: ¿Cuántos años tiene Valentín?
Manuel: Tiene cuatro años. Dentro de un mes, cumplirá cinco. ¿A qué sala le corresponde ir?
Director: Su hijo irá a la sala de cinco, entonces. Las salas tienen nombres de colores. La sala de cinco años se llama “sala naranja”. Oh, qué casualidad, allí está la maestra, ¡Silvina! ¡Por favor, ven aquí!
Silvina: Hola Julio, ¿cómo te va?
Director: Muy bien. ¿Qué estabas haciendo? Pensé que a esta hora debías tomarte tu descanso.
Silvina: Descansaré más tarde. Ahora estoy preparando las mesas porque dentro de unos minutos los chicos tomarán el desayuno.
Director: Siempre tan trabajadora, ¿eh?… Bueno, te presento a Manuel. Es el padre de Valentín, un niño de cinco años que…
Manuel: Perdón, aún tiene cuatro años.
Director: Ajá. Cómo te decía, un niño de cuatro años que asistirá a tus clases. ¿Qué te parece?
Silvina: Encantada de conocerlo, Manuel. No se preocupe por su hijo, estará en buenas manos. Aquí cuidamos muy bien a los niños y nos preocupamos mucho por ellos.
Manuel: Me alegro. Me han hablado bien de este jardín. ¿Esa es la sala naranja?
Director: Sí, vamos a recorrerla.
Silvina: Como puede ver, hay un poco de desorden. Los chicos ahora están en la clase de gimnasia. Antes, estuvieron jugando con marcadores, crayones y lápices de colores en la clase de dibujo.
Manuel: Me di cuenta. Pisé una témpera y se me mancharon los zapatos.
Silvina: Oh, lo siento. Tome este papel para limpiarse.
Director: A mí me ocurre lo mismo todos los días. Los chicos son así, les cuesta dejar las cosas en su lugar.
Silvina: No sé si lo notó, pero el clima de la sala es agradable.
Manuel: Es cierto. ¿Usted prendió la estufa?
Silvina: Claro. Cuando hace frío, siempre encendemos la estufa.
Director: La semana pasada, instalamos aquellos ventiladores. En el verano los chicos no tendrán calor.
Manuel: Me gusta. Creo que no me equivoqué. Este jardín resulta adecuado para Valentín. ¿Y ese piano?
Silvina: El piano lo usamos para las clases de música. Yo misma doy las clases. Hoy cantamos la canción del Pato.
Manuel: Oh, mi hijo se vuelve loco con esa canción. “Al agua, pato, pato…
Silvina: “… sin los zapatos, patos, al agua pato…
Director: “… y al agua pez…” Ja, ja, ja, ¡soy experto en canciones infantiles!
Silvina: Uy, qué tarde se hizo… Llegó la hora del desayuno. Voy a buscar las tostadas y la leche. Nos veremos pronto, entonces.
Manuel: Ha sido un gusto.
Julio, quiero inscribir a mi hijo en el jardín.
Director: Lo felicito. Manuel, ha tomado una sabia decisión.